EL ARREBATAMIENTO
El diccionario de la lengua castellana define el término “arrebatamiento” como “acción de arrebatar o arrebatarse”.
Arrebatar a su vez significa: quitar con violencia. También: atraer, cautivar, llevar tras sí o consigo con fuerza irresistible.
Para todos aquellos que se han arrepentido de sus pecados, aceptando al Señor Jesús como su Salvador, el “arrebatamiento” será el acontecimiento más importante para ellos, y que sucederá en el futuro.
Será el momento en que Jesucristo venga por segunda vez a esta tierra, no como un siervo, sino como Rey de Reyes y Señor de Señores, y todos los verdaderos cristianos serán llevados ante Él.
“Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo.” (Hechos 1: 10-11) Una promesa hecha a los hombres que se cumplirá con seguridad absoluta.
Existen opiniones distintas en cómo se producirá ese maravilloso evento: unos aseguran que el evento sucederá después de la llamada “gran tribulación”. Otros a su vez manifiestan que Jesús vendrá a buscar a su iglesia inmediatamente antes de la “gran tribulación” en forma silenciosa, y su venida como Rey de Reyes y Señor de Señores tendrá efecto después de siete años durante los cuales reinará el Anticristo
Los dos pensamientos, tan diferentes entre sí, se basan en lo que dicen las Sagradas Escrituras .
Si creemos que la Biblia es la palabra inspirada de Dios, que por lo tanto es infalible, que no puede tener el más mínimo error, no es aceptable que puedan existir dos opiniones tan distintas.
Durante el segundo viaje misionero, estando Pablo en Tesalónica, se produjo un alboroto de tal magnitud, promovido por los judíos que no creían, que éste debe huir de noche para salvar su vida. La Escritura dice: “Inmediatamente, los hermanos enviaron de noche a Pablo y a Silas hasta Berea. Y ellos, habiendo llegado, entraron en la sinagoga de los judíos. Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así” (Hechos 17: 10-11).
A continuación estudiaremos lo que las Sagradas Escrituras dicen sobre el arrebatamiento, no agregando ninguna otra opinión o comentario que sea ajeno al Libro Sagrado, tal como lo hicieron los habitantes de Berea.
Buscaremos la respuesta correcta estudiando los comentarios del Apostol Pablo, que encontramos en la Primera y la Segunda carta a los Tesalonicenses; en las palabras pronunciadas por Jesús, que se encuentran en los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas, y las palabras de Dios, escritas por el Apostol Juan en el libro de Apocalipsis.
CARTAS DEL APOSTOL PABLO A LOS TESALONICENSES
El apóstol Pablo describe este acontecimiento así: “Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él. Por lo cual os decimos esto en Palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor”. (1ra Tesalonicenses 4: 13-17).
En este párrafo el apóstol Pablo nos describe como será dicho acontecimiento. Los versículos 13 y 14 que dicen: “Tampoco queremos hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús, a los que durmieron en él”, nos hablan de los que ya partieron de este mundo. Siempre, en todas las épocas hubo quienes no creían en la resurrección de los muertos.
En Mateo 22: 23-33, nos menciona una conversación que tuvo Jesús con los saduceos, quienes no creían que la resurrección de los muertos sea verídica: “Aquel día vinieron a él los saduceos, que dicen que no hay resurrección, y le preguntaron, diciendo: Maestro, Moisés dijo: Si alguno muriere sin hijos, su hermano se casará con su mujer, y levantará descendencia a su hermano. Hubo, pues, entre nosotros siete hermanos, el primero se casó, y murió; y no teniendo descendencia, dejó su mujer a su hermano. De la misma manera también el segundo, y el tercero, hasta el séptimo. Y después de todos murió también la mujer. En la resurrección, pues, ¿de cuál de los siete será ella mujer, ya que todos la tuvieron? Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Erráis, ignorando las Escrituras y el poder de Dios. Porque en la resurrección ni se casarán ni se darán en casamiento, sino serán como los ángeles de Dios en el cielo. Pero respecto a la resurrección de los muertos, ¿no habéis leído que os fue dicho por Dios, cuando dijo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob? Dios no es Dios de muertos, sino de vivos”.
Como está escrito, el mismo Jesús nos asegura que la resurrección de los muertos será una realidad sin lugar a dudas. El Apóstol Pablo nos afirma lo mismo en Primera Tesalonicenses Capítulo 4: 13-14, con una unidad de opinión absoluta. No puede haber dos opiniones sobre un mismo tema, sino solamente una. La Palabra de Dios fue dictada por Dios mismo y cada uno de los temas tratados en ella coinciden en su totalidad, desde el primer versículo de Génesis hasta el último versículo de Apocalipsis. El apóstol Pablo les asegura a los tesalonicenses, que todos los que ya habían muerto resucitarían en el final de los tiempos y también tendrían parte en el nuevo reino que Jesús está preparando para todos los que creen o creyeron en Él.
Los versículos 15 al 18 que dicen: “Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precedemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo y los muertos en Cristo resucitarán primero, Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor”, nos detalla cómo será el arrebatamiento, acontecimiento tan esperado por el Pueblo de Dios. En primer lugar nos dice que los que ya murieron serán resucitados en primer lugar para estar con el Señor, y luego los que en ese momento se encuentran con vida en este mundo los seguirán. Esto es para todos aquellos que aceptaron a Jesús con el Salvador y Señor de sus vidas, y que esperan y anhelan su venida.
También nos dice que será “con voz de mando, con voz de arcángel , y con trompeta de Dios; o sea que ese acontecimiento no se producirá en silencio, sino que se producirá con gran solemnidad, y será oída por todos los que estén con vida en ese momento.
El Apóstol Pablo después de permanecer en Berea por un tiempo, viaja a Atenas, para pasar luego a Corinto, lugar donde permanece durante un año y seis meses. Era un momento difícil para los creyentes. Gobernaba en ese tiempo en el imperio el emperador Claudio. quien desterró a todos los judíos de Roma, y por ende a los cristianos, por cuanto eran considerados como una secta judía. Leemos en Hechos 18: 1-2: “Después de estas cosas, Pablo salió de Atenas y fue a Corinto. Y halló a un judío llamado Aquila, natural del Ponto, recién venido de Italia con Priscila su mujer, por cuanto Claudio había mandado que todos los judíos saliesen de Roma…”.
Desde ese lugar el Apostol Pablo escribe su primera carta a los Tesalonicenses, a mediados del año 51 de nuestra era, a fin darles ánimo en ese tiempo tan difícil para los cristianos, dado que había estado muy poco tiempo con ellos.
El efecto que produjo la primera carta a los tesalonicenses fue positivo, pero con algunos excesos. Pablo escribe una segunda carta, apenas seis meses después (fines del año 51 o principios del año 52) para aclarar algunos puntos no entendidos o mal interpretados por los creyentes de Tesalónica.
En el capítulo 3, versículos 6 – 12 de 2da. Tesalonicenses podemos leer: “Pero os ordenamos, hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que os apartéis de todo hermano que ande desordenadamente, y no según la enseñanza que recibisteis de nosotros. Porque vosotros mismos sabéis de qué manera debéis imitarnos: pues nosotros no anduvimos desordenadamente entre vosotros, ni comimos de balde el pan de nadie, sino que trabajamos con afán y fatiga día y noche, para no ser gravosos a ninguno de vosotros, no porque no tuviésemos derecho, sino por daros nosotros mismos un ejemplo para que nos imitaseis. Porque también cuando estábamos con vosotros, os ordenábamos esto: Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma. Porque oímos que algunos de entre vosotros andan desordenadamente, no trabajando en nada, sino entremetiéndose en lo ajeno. A los tales mandamos y exhortamos por nuestro Señor Jesucristo, que trabajando sosegadamente, coman su propio pan”.
Evidentemente pensaron que la segunda venida del Señor sería inminente y por lo tanto dejaron incluso de trabajar para ganarse el sustento. Pablo les ordena cambiar de actitud y que cada uno trabaje para proveer de lo necesario para él y su familia. Es una orden que tiene vigencia hasta la actualidad y seguirá así hasta el momento que suene la trompeta de Dios que anuncia la venida de Jesús. Recordemos que este hecho se produjo en el año 51, hace casi veinte siglos; ellos esperaban que el Señor Jesús ya estaba por regresar, pero hasta la fecha no ha venido; o sea que debemos esperarlo un tiempo más.
En el Libro de los Hechos 1: 6-8 leemos: “Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este Tiempo? Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad, pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra”.
Los discípulos deseaban saber más sobre los acontecimientos futuros, pero los relacionados con este mundo. Jesús les dice que algunos hechos no serían revelados a los hombres, y que la misión de ellos era predicar el evangelio de salvación en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra. Fue el último mandato dado a los hombres por Jesús.. En Hechos 1: 9 leemos: Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos”.
Hasta la fecha dicho mandato no fue cumplido en su totalidad. Aún existen muchos pueblos que no oyeron el mensaje de salvación. Jesús no dijo que debíamos convertirlos sino dar a conocer el plan de salvación. En Mateo 24: 14, podemos leer: “Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin”. Estas palabras fueron pronunciadas por el mismo Jesús, días antes de su crucifixión, y nos muestran la importancia de cumplir con el último mandato que nos diera nuestro Señor, o sea cuando nosotros, los creyentes, hayamos completado el trabajo encomendado vendrá el fin, y el Salvador vendrá a buscar a los suyos. Si realmente deseamos que venga debemos hacer lo posible, dentro de nuestras fuerzas, utilizando los dones que Dios nos concedió, para cumplir con ese mandato.
En 2da Tesalonicenses 2: 1-2 leemos lo siguiente: “Pero con respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo, y nuestra reunión con él os rogamos, hermanos, que no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu, ni por palabras, ni por carta como si fuera nuestra, en el sentido de que el día del Señor está cerca”. En primera Tesalonicenses 4: 13-17, Pablo les había informado sobre ese hecho. Es evidente que ese mensaje no fue entendido correctamente, por lo que decide aclarar las dudas que tenían los creyentes de Tesalónica. Les dice que la venida de nuestro Señor Jesucristo (se refiere a lo dicho en 1ra. Tesalonicenses 4:14: ...la venida del Señor…). (y nuestra reunión con él…, o sea el arrebatamiento), no sería tan inminente. Recordemos que dicha profecía data de hace casi 2000 años.
En 2da. Tesalonicenses 2: 3-4 leemos: “Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición., el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios”. En éste párrafo el Apóstol Pablo nos profetiza que el Señor Jesús no vendrá a buscarnos sin que venga primero la apostasía, el hombre de pecado, o sea el anticristo. También debemos tener en cuenta que lo que Pablo dice sobre la venida de Jesús en la Primera carta a los Tesalonicenses y Segunda carta a los Tesalonicenses se refieren al mismo evento.
Será un tiempo difícil para los creyentes en Jesús. Los versículo 5 al 7 dicen: “¿No os acordáis que cuando yo estaba todavía con vosotros os decía esto? Y ahora vosotros sabéis los que lo detiene, a fin de que a su debido tiempo se manifieste. Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad; sólo que hay quien al presente lo detiene, hasta que él a su vez sea quitado de en medio”. Algunos piensan que lo que lo detiene es la iglesia y que ésta será arrebatada de este mundo para que el anticristo pueda manifestarse con todo su poder, pero esto no es posible, ya que en el versículo tres de este mismo capítulo Pablo nos profetiza que el Señor vendrá a buscar a los suyos después de que venga el anticristo.
“Y entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida; inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. Por eso Dios les envía poder engañoso, para que crean la mentira, a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia”. (2da Tesalonicenses 2: 8-12). Nos dice Pablo aquí que el misterio de la iniquidad (el mal que impera en el mundo) estaba ya presente en ese tiempo, y sigue vigente hasta la fecha. Cuando el anticristo tenga todo el poder que recibe de Satanás, desplegará toda su furia contra los creyentes. Este inicuo que menciona Pablo es el mismo personaje que el anticristo mencionado por el apóstol Juan en el Apocalipsis.
Podemos afirmar entonces que el Salvador, el Señor Jesús vendrá, anunciando su llegada con voz de mando, con voz de arcángel y con trompeta de Dios, y llegará después de la gran tribulación, cuando se acabe el reinado del anticristo en esta tierra.
EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO
En el capítulo 24 del evangelio según San Mateo se transcriben los acontecimientos que ocurrirán en este mundo antes de la segunda venida de Jesucristo.
En el Cap.24: 1-2, leemos: “Cuando Jesús salió del templo y se iba, se acercaron sus discípulos para mostrarle los edificios del templo. Respondiendo él, les dijo: ¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sabre piedra, que no sea derribada”. Jesús y sus discípulos habían estado en el templo como acostumbraban. Al salir le hacen ver a Jesús la grandiosidad de los edificios del templo. Por supuesto, todo eso era material, y no tenía ningún valor para la salvación de los que iban allí. Lo importante era ir a ese lugar con el corazón humillado, para implorar misericordia a Dios. Jesús les profetiza que ese templo sería destruido.
Cuando momentos después se reúnen en el monte de los Olivos, los discípulos le preguntan sobre el tema. Jesús entonces les profetiza los acontecimientos que sucederán después de su partida de este mundo hasta su segunda venida, especialmente lo que ocurrirá durante la gran tribulación. En el Capítulo 24: 23-28 nos da muchas recomendaciones para los verdaderos creyentes: “Entonces, si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo, o mirad, allí está, no lo creáis. Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aún a los escogidos. Ya os lo he dicho antes. Así que, si os dijeren: Mirad, está en el desierto, no salgáis; o mirad, está en los aposentes, no lo creáis. Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre”.
Estas palabras de Jesús nos informan que no habrá ningún aviso previo de su venida. Será tan repentina que no habrá tiempo para arrepentirse y aceptar al Señor como Salvador en ese momento. Debemos estar preparados en todo momento, sin apartarnos del Camino que nos lleve al Señor, hasta que suene la trompeta y venga a buscarnos, o hasta que Dios nos llame a su presencia. Allí los muertos en Cristo esperarán su venida hasta que sean resucitados y llevados por los ángeles ante Jesús quien los estará esperando en el aire, tal como lo explica el Apostol Pablo en 1ra. Tesalonicenses 4: 13-17.
En Mateo 24: 29-31, leemos: “E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas. Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria. Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro”.
Podemos observar que Mateo escribe las palabras pronunciadas por Jesús, diciendo: y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria. También dice que enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro.
Según las palabras de Jesús, estos acontecimientos ocurrirán después de la gran tribulación, y los salvados serán llevados al aire, donde recibirán al Rey de Reyes, tal como lo profetizara el Apóstol Pablo, en sus cartas a los Tesalonicenses. Podemos afirmar que el acontecimiento descripto por el evangelista San Mateo es el mismo que profetizara Pablo, o sea que se trata del arrebatamiento.
EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS
En el evangelio de San Marcos también encontramos las profecías que Jesús les comunicó a sus discípulos relacionados con los acontecimientos que ocurrirán en nuestro mundo después de su partida, especialmente las relacionadas con los momentos previos a su segunda venida, y que conocemos como el tiempo de la gran tribulación.
Entre esos acontecimientos podríamos mencionar los siguientes: “Pero mirad por vosotros mismos; porque os entregarán a los concilios, y en las sinagogas os azotarán y delante de gobernadores y de reyes os llevarán por causa de mí, para testimonio a ellos. Y es necesario que el evangelio sea predicado antes a todas las naciones. Pero cuando os trajeren para entregaros, no os preocupéis por lo que habéis de decir, ni lo penséis, sino lo que os fuere dado en aquella hora, eso hablad; porque no sois vosotros, los que habláis, sino el Espíritu Santo. Y el hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo; y se levantarán los hijos contra los padres, y los matarán. Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre; mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo.” (Marcos 13: 9-13).
Estos son algunos de los acontecimientos que ocurrirán antes del fin, en tiempos en que el anticristo gobierne este mundo. Serán tiempos difíciles para los creyentes en Cristo, pero él nos insta a no claudicar en nuestra fe, pues aquellos que perseveren hasta el fin serán salvos. Muchos piensan que los cristianos verdaderos serían arrebatados de este mundo justo antes que gobierne el Anticristo y no sufrirán las consecuencias de la persecución, pero Jesús no menciona en ninguna parte que esto sería así, al contrario, afirma que los cristianos tendrían la oportunidad de predicar el evangelio, incluso a los que gobiernan en ese tiempo, dando testimonio de su fe.
En Marcos 13: 24 al 27 leemos: “Pero en aquellos días, después de aquella tribulación, el sol se oscurecerá y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias que están en los cielos serán conmovidas. Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en las nubes con gran poder y gloria. Y entonces enviará sus ángeles, y juntará a sus escogidos de los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo”.
Aquí Jesús menciona que después de la gran tribulación, el sol y la luna perderán su resplandor y él vendrá con gran poder y gloria, y también que enviará sus ángeles a buscar a sus escogidos. Esto es precisamente EL ARREBATAMIENTO, suceso que acontecerá después de la gran tribulación. Además lo dicho por el Señor en estos pasajes son lo suficientemente claros y no necesitan mayores explicaciones: cualquier persona que los lea con atención los entenderán.
Lo que escribe Marcos coincide totalmente con lo que dice Mateo, y con lo profetizado por Pablo en las cartas escritas a los tesalonicenses.
EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS
En el evangelio de San Lucas también encontramos la transcripción de las profecías dichas por Jesús días antes de su muerte en la cruz. Habla de los acontecimientos que ocurrirán en nuestro mundo después de su ascensión, especialmente los relacionados con los últimos tiempos y durante la llamada gran tribulación. Lucas nos da algunos detalles que no tocan Mateo y Marcos.
Entre los datos que nos da, para el último tiempo podemos citar por ejemplo: “Pero antes de todas estas cosas os echarán mano, y os perseguirán , y os entregarán a las sinagogas y a las cárceles, y seréis llevados ante reyes y ante gobernadores por causa de mi nombre. Y esto os será ocasión para dar testimonio. Proponed en vuestros corazones no pensar antes como habéis de responder en vuestra defensa; porque yo os daré palabra y sabiduría, la cual no podrán resistir ni contradecir todos los que se opongan. Mas seréis entregados aun por vuestros padres, y hermanos, y parientes, y amigos, y matarán a algunos de vosotros; y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá. Con vuestra paciencia ganaréis vuestras almas”. (Lucas 21: 12-19).
Como leemos en este párrafo, la presencia de los verdaderos hijos de Dios en ese tiempo será muy importante para dar testimonio ante los no creyentes y/o aquellos que se burlan de nuestra fe. Si bien algunos perderán sus vidas, Dios promete que nos cuidará: “ni un cabello de vuestra cabeza perecerá”.
También podemos leer: “Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas; desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra; porque las potencias de los cielos serán conmovidas. Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria. Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca”. (Lucas 21: 25-28).
Si bien da menos datos sobre la venida del Señor, menciona que vendrá en una nube con poder y gran gloria, y el mensaje está en un todo de acuerdo con Mateo, Marcos y las cartas de Pablo a los Tesalonicenses.
APOCALIPSIS
Este libro fue escrito especialmente para darnos a conocer los principales acontecimientos que ocurrirán en nuestro mundo desde la ascensión de Jesucristo hasta su segunda venida. Al final nos aporta algunos datos de cómo será nuestro planeta en el futuro.
En Apocalipsis 1: 1-3, leemos: “La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan, que ha dado testimonio de la palabra de Dios, y el testimonio de Jesucristo, y de todas las cosas que ha visto. Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca”.
Este párrafo nos aclara que Dios mismo fue el que dio a Jesucristo esta profecía, quien por medio de su ángel se lo declara al apóstol Juan. Este las transcribe fielmente, y de esa manera conocemos lo que aconteció, acontece y acontecerá en nuestro mundo. Es importante tener en cuenta la promesa que da a quienes las toman en cuenta:”Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas”.
Además debemos tener muy en cuenta lo que encontramos escrito en Apocalipsis 22: 18-19: “Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro. Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro. Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro”. O sea que todas las profecías escritas en este libro, incluso las advertencias indicadas, son del mismo Jesús quien las recibió de Dios Padre.
Por eso es de suma importancia no agregar ni quitar alguna cosa de lo que está escrito, o tergiversar las profecías dándole otro significado del que realmente tienen.
En capítulo 1: 7 leemos: “He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén”. Debemos prestar atención a la profecía; “y todo ojo le verá”, o sea que vendrá a la vista de todo el mundo: este acontecimiento no pasará desapercibido para nadie. Los evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y el apóstol Pablo en las cartas a los Tesalonicenses también profetizan que vendrá en una nube.
En Apocalipsis 1: 9-20, nos presenta a Jesucristo (llamado aquí El Hijo del Hombre) con todo su esplendor, tal cual lo veremos cuando el venga por segunda vez. En los capítulos dos y tres encontramos el mensaje a las siete iglesias de Asia Menor. Deberían ser tenidas en cuenta por las iglesias actuales para corregir las desviaciones que muchas tienen de la sana doctrina antes de que sea demasiado tarde.
Desde el capítulo cuatro al dieciocho encontramos descriptos los acontecimientos que ocurrirán en nuestro planeta tierra desde la ascensión de nuestro Señor Jesucristo a los cielos hasta su segunda venida, especialmente lo relacionado con el tiempo de la gran tribulación. Muchos afirman que la iglesia sería arrebatada justo antes de que comience ese período de tiempo de siete años, pero ni el Señor Jesucristo, ni los apóstoles, ni los escritores del nuevo testamento, ni Dios mismo en este libro del Apocalipsis han mencionado este hecho. Jesús en su estadía en esta tierra siempre hablaba con toda claridad, para que todos pudieran entender sus enseñanzas; tampoco Él lo mencionó; debería haberlo hecho si sería un asunto tan importante.
En Apocalipsis 7: 1-3 podemos leer: “Después de esto vi a cuatro ángeles en pie sobre los cuatro ángulos de la tierra, que detenían los cuatro vientos de la tierra, para que no soplase viento alguno sobre la tierra, ni sobre el mar, ni sobre ningún árbol. Vi también a otro ángel que subía de donde sale el sol, y tenía el sello del Dios vivo, y clamó a gran voz a los cuatro ángeles, a quienes se les había dado el poder de hacer daño a la tierra y al mar, diciendo, No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos sellado en sus frentes a los siervos de nuestro Dios”.
Este acontecimiento sucede durante la gran tribulación, Los cuatro ángeles reciben la orden de comenzar el juicio de parte de Dios para esta tierra, pero antes son sellados en sus frentes los que en ese momento son fieles al Señor, lo que demuestra que había creyentes en Cristo durante ese tiempo.
En Apocalipsis 9: 1-4 leemos: “El quinto ángel tocó la trompeta, y vi una estrella que cayó del cielo a la tierra; y se le dio la llave del pozo del abismo: Y abrió el pozo del abismo, y subió humo del pozo como humo de un gran horno; y se oscureció el sol y el aire por el humo del pozo. Y del humo salieron langostas sobre la tierra; y se le dio poder, como tienen poder los escorpiones de la tierra. Y se les mandó que no dañasen a la hierba de la tierra, ni a cosa verde alguna, ni a ningún árbol, sino solamente a los hombres que no tuviesen el sello de Dios en sus frentes.
Aquí se detalla uno de los castigos del juicio que Dios mandará sobre la tierra, pero solo alcanzará a los hombres que no tengan el sello de Dios en sus frentes. Esto nos demuestra dos cosas: que habrá hijos de Dios en ese tiempo, y a ellos no les alcanzará este juicio de Dios.
También podemos leer en Apocalipsis 14: 12-13: “Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. Oí una voz que desde el cielo me decía: Escribe: Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen”. Aquí se nos dice que quienes guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús, y que pierdan su vida por defender la causa de Dios y de Jesucristo serán bienaventurados, otra prueba más de que habrá creyentes en Cristo en ese tiempo.
El capítulo 16 nos habla de los siete ángeles que derramarán sobre la tierra las siete copas de la ira de Dios. El versículo dos dice: “Fue el primero, y derramó su copa sobre la tierra, y vino una úlcera maligna y pestilente sobre los hombres que tenían la marca de la bestia, y que adoraban su imagen”. Vemos aquí que la primera de la siete copas de la ira alcanza a todos aquellos que optaron por adorar a la bestia (el anticristo) en lugar de adorar al único Dios verdadero y a su hijo Jesucristo. Este castigo no alcanza a aquellos que siguen fieles a Dios.
El capítulo 18 de Apocalipsis concluye con la lista de castigos que reciben los habitantes de la tierra que no adoraron ni adoran al único Dios verdadero.
En el capítulo 19:1-2 leemos: “Después de esto oí una gran voz de gran multitud en el cielo, que decía: ¡Aleluya! Salvación y honra y gloria y poder son del Señor Dios nuestro; porque sus juicios son verdaderos y justos; pues ha juzgado a la gran ramera que ha corrompido a la tierra con su fornicación, y ha vengado la sangre de sus siervos de la mano de ella”. Son voces de júbilo que se oyen en el cielo porque ha llegado la hora en que el Señor Jesús regrese a esta tierra-
En los versículos 6 al 8 leemos: “Y oí como la voz de una gran multitud, como el estruendo de muchas aguas, y como la voz de grandes truenos, que decía: ¡Aleluya, porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina! Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado. Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos”. Recordemos que la esposa mencionada aquí es el conjunto de creyentes en Cristo.
A partir de Apocalipsis 19:11 se detallan las características del jinete del caballo blanco, que es el mismo Jesús que se presentará con toda su gloria: “Entonces vi el cielo abierto y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea. Sus ojos eran como llama de fuego y había en su cabeza muchas diademas, y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo. Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: EL VERBO DE DIOS. Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos. De su boca sale una espada aguda para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso. Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES”.(Apocalipsis 19: 11-16)
Tanto el Apóstol Pablo en las cartas a los Tesalonicenses como los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas nos dicen que vendrá con poder y gran gloria. En Apocalipsis podemos leer los detalles de su poder y su gran gloria con la que le veremos. Unos se alegrarán porque su Señor y Salvador por fin ha llegado a buscarlos. Los que no creyeron en él y también los que no se prepararon debidamente para ese gran evento quedarán afuera y no tendrán entrada en el nuevo reino que Jesús nos está preparando, en donde los creyentes en Cristo estarán por toda la eternidad.
“Y vi un ángel que estaba en pie en el sol, y clamó a gran voz, diciendo a todas las aves que vuelan en medio del cielo: Venid, y congregaos a la gran cena de Dios., para que comáis carnes de reyes y de capitanes, y carnes de fuertes, carnes de caballos y de sus jinetes, y carnes de todos, libres y esclavos, pequeños y grandes” (Apocalipsis 19: 17-18)
Es el aviso que viene de parte de Dios, de que ha llegado la hora en que el Señor Jesús regresará a la tierra, para juzgar a los que no creyeron en él o lo rechazaron. Desde ese momento ya no habrá oportunidad para creer en el plan de Dios para ser salvos.
“Y vi a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, reunidos para guerrear contra el que montaba el caballo, y contra su ejército. Y la bestia fue apresada, y con ella el falso profeta que había hecho delante de ella las señales con las cuales había engañado a los que recibieron la marca de la bestia, y habían adorado su imagen. Estos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego que arde con azufre. Y los demás fueron muertos con la espada que salía de la boca del que montaba el caballo, y todas las aves se saciaron de las carnes de ellos” (Apocalipsis 19: 19-21)
Este párrafo de las escrituras, nos dice cómo será la batalla final entre el Rey de Reyes, Jesucristo, y los ejércitos del mal dirigidos por la bestia mencionada en el capítulo trece, junto con el falso profeta, quienes juntos apartaron a los hombres y mujeres de la verdadera fe, mediante el poder que recibieron de parte de Satanás. El Anticristo y el falso profeta son lanzados vivos a un lago de fuego. Prestemos atención que también dice: y los demás fueron muertos con la espada que salía de la boca del que montaba el caballo.
“Vi a un ángel que descendía del cielo, con la llave del abismo, y una gran cadena en la mano. Y prendió al dragón, la serpiente antigua que es el diablo y Satanás, y lo ató por mil años, y lo arrojó al abismo, y lo encerró y puso su sello sobre él, para que no engañase más a las naciones, hasta que fuesen cumplidos mil años; y después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo”-(Apocalipsis 20: 1-3)
Esos mil años son el período de tiempo que conocemos como El milenio. Hay varias teorías que hablan de dicho período, La biblia dice que este es un tiempo que comienza inmediatamente después de que termine la gran tribulación, cuando Satanás es encerrado por mil años, como está escrito, y termina mil años después cuando Satanás recobra el poder por un poco de tiempo, que aprovecha para preparar un gran ejército para atacar la ciudad santa. Este es el milenio según el libro sagrado. Recordemos lo que está escrito en Apocalipsis 22: 18-19 sobre no agregar ni quitar nada a lo escrito. Es Palabra de Dios.
En Apocalipsis 20: 4, leemos: “Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia, ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos y vivieron y reinaron con Cristo mil años”.
En Apocalipsis 14: 13 dice: “Oí una voz que desde el cielo me decía: Escribe: Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor. Si, dice el Espíritu: descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen. Esta es una promesa que el mismo Dios hace a aquellos que se mantendrán fieles a Jesús en tiempos de la gran tribulación y perderán sus vidas por el testimonio que darán, y que aquí son llamados “Bienaventurados”. También los que no adoraron a la bestia ni su imagen y que se negaron a recibir la marca de la bestia en su frente o manos. En Apocalipsis 20: 4 podemos enterarnos del premio que recibirán por su fidelidad al Señor y Salvador de sus vidas: serán resucitados y vivirán y reinarán con Él mil años.
En Apocalipsis 20: 6, leemos la ampliación de lo escrito en Apocalipsis 20:4: “Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con Él mil años”. Esto quiere decir que todos los que durante la gran tribulación pierdan sus vidas por su fidelidad al Señor, y/o que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos, serán resucitados en el momento que Satanás es encerrado por mil años, y los salvados serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con Él por mil años.
Ya hemos visto que cuando el Señor Jesús venga con todo su poder, el anticristo y el falso profeta son arrojados vivos en un lago de fuego y azufre; Satanás a su vez es encerrado y atado por mil años, y “los demás fueron muertos con la espada que salía de la boca del que montaba el caballo”. Estos son los que se aliaron con el anticristo y el falso profeta, o sea los reyes de la tierra y sus ejércitos, para guerrear contra el que montaba el caballo y contra sus ejércitos. En Apocalipsis 20: 5 dice: “Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Resucitarán cuando Satanás sea desatado y recupere su poder al finalizar el milenio.
La escritura dice: “Cuando los mil años se cumplan, Satanás será suelto de su prisión, y saldrá a engañar a las naciones que están en los cuatro ángulos de la tierra, a Gog y a Magog, a fin de reunirlos para la batalla; el número de los cuales es como la arena del mar. Y subieron sobre la anchura de la tierra, y rodearon el campamento de los santos y la ciudad amada; y de Dios descendió fuego del cielo, y los consumió. Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos” (Apocalipsis 20: 7-10).
La biblia no da mayores detalles sobre esta batalla final, pero para entenderlo debemos considerar que Dios no nos declaró todo lo que ocurrirá en el futuro: ciertos acontecimientos no nos fueron aclarados. En Hechos 1: 6-7 podemos leer: “ Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino de Israel en este tiempo? Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones que el Padre puso en su sola Potestad”. Los discípulos deseaban saber datos sobre acontecimientos futuros de este mundo. Pero Dios no dio esa información a los hombres. En realidad dar a conocer el futuro no era conveniente: Jerusalén sería destruida unos años después, y la restauración del reino de Israel se produjo más de 1.900 años después.
Jesús nos dejó aclarado qué es lo verdaderamente importante: “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra. Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos” (Hechos 1: 8-9). Esto es lo verdaderamente importante: predicar el evangelio de Jesucristo hasta lo último de la tierra.
En Mateo 24: 14 podemos leer: “Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin”. Por lo tanto si es nuestro deseo que el Señor venga pronto, debemos hacer el máximo esfuerzo para dar cumplimiento al último mandato dado por Jesús, antes de ascender a los cielos: predicar el mensaje de salvación a todas las naciones.
También en Apocalipsis podemos ver que existe el arrebatamiento. Jesús (montado en el caballo blanco, con el título de Rey de Reyes y Señor de Señores) viene a esta tierra, destruye a los malos, envía al anticristo y al falso profeta a un lago de fuego, y ordena encerrar por mil años a su enemigo Satanás. Inmediatamente después son resucitados todos aquellos que no aceptaron ponerse la señal del anticristo en la frente y en las manos. Estos son llevados ante su presencia, serán sacerdotes de Dios y de Jesucristo, y reinarán con Él por mil años. Todo esto sucede después de la gran tribulación, tal como lo describieron Pablo en las cartas a los Tesalonicenses, y como lo informaron los evangelistas Mateo, Marcos y Lucas.
En Apocalipsis 20: 11-15, se registra el llamado “El Juicio ante el gran trono blanco”. Allí se dictará sentencia de cada uno de los seres humanos desde Adán hasta el último hombre que haya nacido en esta tierra. Dice así: “Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. Y el mar entregó los muertos que había en él, y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos, y fueron juzgados cada uno según sus obras. Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Ésta es la muerte segunda. Y el que no se halló inscripto en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego”.
Se relata en este párrafo el final de todos los que no creyeron en Dios y su palabra. El versículo 15 es el más importante: “Y el que no se halló inscripto en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego”. Quiere decir que para tener entrada al nuevo reino de los cielos que Jesús nos está preparando, debo tener mi nombre registrado en ese Libro de la Vida. Las Sagradas Escrituras nos dicen claramente como lograr ese objetivo tan importante.
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” (Juan 3: 16)
“El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito hijo de Dios.” (Juan 3: 18)
“El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.” (Juan 3:36)
“De cierto, de cierto os digo: el que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.” (Juan 5: 24)
“Jesús le dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre, y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.” (Juan 6: 35)
“Y esta es la voluntad del que me ha enviado: que todo aquel que ve al hijo y cree en Él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.” (Juan 6: 40)
“De cierto, de cierto os digo: el que cree en mi, tiene vida eterna.” (Juan 6: 47)
“Ellos dijeron: cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa.” (Hechos 16: 31
“Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego.” (Romanos 1: 16)
“mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia.” (Romanos 4: 5)
“Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios; y todo aquel que ama al que engendró, ama también al que ha sido engendrado por él.” (1ra. Juan 5: 1)
“El que tiene al Hijo, tiene la vida, el que no tiene al hijo de Dios no tiene la vida.” (1ra. Juan 5:
Con este estudio sobre el arrebatamiento podemos ver que lo más importante para nosotros no es saber el futuro, ya que para los creyentes será mucho mejor de lo que jamás podríamos imaginar, sino cumplir el último mandato dado por el Divino Maestro: Ir por todo el mundo a predicar su evangelio. Cuando hayamos completado esa tarea el Señor vendrá a buscarnos. Seremos arrebatados de este mundo para estar para siempre con Él.